martes, 17 de diciembre de 2013


                                                                                                                                                                                    "socavon"
"Conocí la obra de Héctor cuando aun estudiaba, en los ochentas, era parte de un solido grupo liderado por Pedro Azabache, a partir del cual conservaba sus limites, en lo formal y dentro de el, en aquella sutil manera de abordar el color, refinamiento que lo conduciría indefectiblemente a exquisitas neutralidades como en la serie dedicada a las ruinas de Chan Chan, pinturas decididamente blancas, donde la voluntaria restricción engendra deliciosas y casi imperceptibles variaciones cromáticas. Si, porque el buen manejo del color no se limita solo al reino de las estridencias como equívocamente se refiere y proclama, sino también a muchos otros territorios, desconocidos muchas veces, que cada artista en su sensible necesidad va creando.

  Por muchos años Héctor Suarez a sabido, ante todo, ser fiel a si mismo, a cuidar esa identidad como hombre y como artista que esta por sobre cualquier otra, porque finalmente pintar no es otra cosa que una manera de ser, tan agradable y natural como tomarse un buen café.
  En algún momento renuncia a la narrativa para merodear los linderos de la pureza a través de acidas y muchas veces azufradas tonalidades que se extienden tintóreamente sin pretensiones volumétricas ni matericas, sino mas bien confrontacionalmente sintéticas, hacia limites definidos, cortantes pero ligeros. La única figura que se apodera del espacio da origen al ordenamiento de los campos, al redoble del color, a la sensualidad del movimiento, es decir en suma, a ser ese Héctor que tanto aprecio y extraño".
                                                                                                                                                                               Juan Aponte.
Manhattan, New York,
Octubre del 2012



"Turbante azul"

                                                              "Mujer con loros"

sábado, 2 de marzo de 2013

                                                                                               por: ALFREDO ALEGRIA ALEGRIA

                                                                                               Publicado en LUNDERO.
                                                                                               Publicacion cultural de "LA INDUSTRIA"
                                                                                               Marzo de 2002 Año 24 Nª 281



 PINTURA 


                                       Una plástica en busca de consenso 
                                                                                                                                 Alfredo Alegría Alegría

Cuando quien escribe se refiere otra vez al tema de la plástica, da la sensación de un "ritornello" que se repite y repite como si lo motivase una desazón interna, una especie de imperativo categórico. Y es que hoy en Trujillo todas las semanas hay una nueva exposición de pintura, sin contar los muchos eventos artísticos que animan el entorno cultural y mueven el ambiente intelectual de la ciudad. Las ultimas exposiciones muestran una especie de consenso, remarcando lo figurativo. Sea en los finalistas del Salón Nacional de Pintura Coca Cola, en el Banco Wiese; escultores en el Banco Continental; las muestras de Hector Suarez en el Colegio de Arquitectos y en el INC o la retrospectiva de don Pedro Azabache, también en el Wiese. A ellas se suman muestras de artistas que siguen los "ismos" contemporáneos.
Nuevamente Trujillo triunfó en el Salón Nacional de Pintura Coca Cola esta vez con Hector Acevedo. Su cuadro -semejante a la ilustración de un cuento infantil- muestra a un arcángel colonial que cae en el espacio con una mirada resignada y sin un gesto de dolor, mientras un grupo de arboles lo observan y lloran. ¿Es el hundimiento del espíritu nacional? Sin embargo, aunque el titulo de la obra es "Desesperanza", la situación es planteada como un hecho de poesía. El cuadro esta lleno de luz y no transmite algo terrible, sino belleza y melancolía. Tal vez quiera decirnos que este mundo desesperado es una prueba mas de la cual el arcángel -el país- sabrá salir triunfante en tanto y en cuanto no solo se llore por él, sino que se actúe en concertaciòn hacia su realización plena.
El resto de obras como "Autoretrato como el Libertador" de Jean Paul Zelada - segundo premio- o las imágenes urbanas del arequipeño Juan Julio Granda - tercer premio- reflejó un criterio de conciencia de que la pertinencia de la obra con el momento histórico es un criterio crucial para la obra estética. De los 17 clasificados, la abstracción estaba solo en el informalismo de Humberto Jimenez, las manchas de Russbelt Guerra o las tintas en sombra de Tania Castro. El carácter secreto, la estridencia, la exageración formal, la "novedad" como valor supremo, el supuesto universalismo como criterios máximos de calidad, quedaron relativamente de lado. Y no podía ser menos. ¿Puede en estos momentos críticos trabajarse en experimentos estéticos puramente individualistas?.
Aún así, el Salón Nacional de Pintura Coca Cola mantuvo el "academicismo" propio del sistema establecido en la plástica contemporánea. Aspecto del cual la interesante exposición de Beatriz Lopez Suarez- no fue ajena. Por eso la voz valiente no vino de los jóvenes que siguen las tendencias actuales y así creen ser aceptados por el sistema. El autentico manifiesto, aunque a muchos no les agrade, estuvo en manos de un artista a quien seguramente hoy  muchos tildarían de "tradicionalista" y "regionalista": Hector Suarez, de ya conocida trayectoria en Trujillo.
Pese a la diversidad temática el artista mantuvo un mismo espíritu:  la presentación de la realidad urbana y social, los hombres y mujeres que trabajan. Obras organizadas en una construcción de planos de color, definidos y exactos, trasuntando siempre los personajes la serenidad de una fuerza interna, una delicada melancolía, una dulce resignación. En ellas Suarez proyecta el espíritu telurico que en tantos casos se deja hoy negligentemente de lado y demuestra con la sencillez de lo objetivo y la plasticidad de los concreto, como se puede en realidad, trascender. Y a fin de cuentas ¿Por que la validez estética de los cuadros tiene que depender de que sean abstractos, surrealistas o conceptuales? ¿Por que ese temor a la belleza de la simplicidad, al desafío de la realidad, al compromiso y entrega con el pueblo?.
Suarez, rechaza participar del sistema "universalista" que hoy rige a la plástica...Su persistencia en la realidad y su cualidad de interiorizar el espíritu de las gentes humildes, lo torna en Trujillo - últimamente tan tomado por lo metropolitano- en un artista singular. Por eso sus dos muestras tienen el valor de un manifiesto. El manifiesto de un artista que asume el riesgo de presentar la realidad tal como esta es y de afirmar los valores eternos de la belleza objetiva en imágenes plásticas que nos hacen reflexionar sobre nuestra condición de seres humanos integrantes de un mundo social al cual nos debemos.
Como en respuesta, siguió una exposición de jóvenes pintores de la ESBAT con obras caracterizadas por la estridencia. Pero entre ellas destacaba un solitario cuadro - fuera de la técnica del grupo- en el de que una canasta se derrumban flores. Y es que no se necesita gritar y exagerar- sin justificación- para  proyectarse. Los artistas jóvenes olvidan con frecuencia que no crean para si mismos, sino para un publico ávido de recibir mensajes auténticos. Y el mensaje de belleza de esas flores sencillas era mucho mas poderoso que cualquiera de las imágenes distorsionadas o fantásticas que se proponían allí.
Y finalmente, la exposición retrospectiva de don Pedro Azabache, patriarca de la plástica trujillana y único de los indigenistas sabogalinos en vida. A pesar de un inadecuado montaje, quedo claro el sentido esencial del color como elemento plástico. Azabache es color, es fuerza, es raza, es orgullo nativo. Si, su estilo es regionalismo, pero un regionalismo que recrea un mundo ideal que va mas allá de la campiña: al sublimarla la convierte en poesía. Al plasmar la imagen  de un pasado ideal que no quiere resignarse a morir, refuerza nuestra capacidad de mirar hacia el futuro. Este futuro ha empezado ha diseñarse con las obras simbólico sociales de Juan Peña Reyna, pero también con el énfasis experimental en la simbiosis entre abstracción y realidad en Robert Corcuera, los planos místicos de Marco Espejo y los colores de Karen Pomez. Todos ellos exponiendo en la Alianza Francesa en muestras individuales.
Empieza el año con un punto de partida: la belleza de la tierra y la fuerza del hombre peruano, el sentimiento trágico de la vida humilde que nos rodea, la persistencia en la creación simbólica dentro de valores de identidad. Y si en la política la palabra de moda es el consenso, el ideal sera la concertacion de lo nuestro y de lo moderno en los artistas jóvenes. ¿Llegaremos a romper los moldes homogeneizadores que impone la globalizaciòn. Entre tanto Trujillo se nutre de color, lineas y de formas. 

domingo, 20 de enero de 2013



                                                                                                                                              Por: SANTIAGO SALAZAR MENA
                                                                                                                                              Publicado el 20 Set. 2009
                                                                                                                                              Diario La Industria-Trujillo



Héctor Suárez  y su visión de Chan Chan
EXPOSICION NOS PERMITE DARLE UNA NUEVA MIRADA AL COLOSO DE BARRO QUE HA SIDO SAQUEADO A TRAVES DEL TIEMPO. NO OBSTANTE, LA MAESTRÌA   DE LOS CUADROS SOBRESALEN.


Chan Chan es contemplado con cierto interés histórico considerando la recuperación arquitectónica de sus partes. Por siglos esta majestuosa ciudadela enclavada a orillas de nuestra costa se manifiesta solitaria y lejana al barullo de la gran urbe. Antenor Orrego comentaba sobre sus constantes visitas a este lugar con Cesar Vallejo, llevando consigo vino y bizcochos, perdiéndose entre los vericuetos de oscuro barro. A posteriori, José Eulogio Garrido se vuelve un asiduo visitante de este terreno añejo y polvoriento; pareciera que un cierto encanto se guardara entre estos muros y frisos de magnifica construcción.
La Alianza Francesa de  Trujillo alberga esta exposición donde la esencia de esta muestra se complementa con la obra poética de José Eulogio Garrido en “Visiones de Chan Chan, título elegido por Héctor Suarez para esta selección de trabajos donde los recintos amurallados de adobe se compenetran con la naturaleza. El escenario desolado donde pirámides truncas yerguen deshabitadas bajo un cielo quebrado, otras veces desnudo. El contraste de los compartimientos y edificios se integran a la tierra en coloraciones reflejadas por la cercanía al mar.

MURALLAS ILUMINADAS
La importancia de este trabajo radica en la frenética oscilación de los espacios terrosos y su permanente traslado de los puntos de fuga en un espacio que se enriquece de una vista aérea. Los diversos niveles de perspectiva se divisan desde lo alto de las murallas para rescatar la proyección de suelos invadidos por una luz tenue de la tarde y la brillantez de la noche sobre bloques ocres.


Cuadros de mediano formato recogen fragmentos poco vistosos, dejando de lado la imagen manida del conocido Chan Chan, la periferia a los centros de adoración se convierten en luminosos y pequeños santuarios donde el paisaje inundado de barro recupera su vitalidad. una cierta energía despide cada detalle de las tapias y un acicalado tratamiento del temple le asegura una pintura chata y de escasa textura.
La pintura de Suarez recoge estos parajes agonizados por la intemperie-saqueada y destruida por los Incas(se postula)- cada rincón de esta ciudadela mantiene una iluminación fantástica, incluso aprovecha la luminaria espacial para insertar un inventado color de murallas. Los diversos ángulos en perspectiva enriquecen una pintura dotada de valores históricos en una obra que comulga con la expresión de Eulogio Garrido al pormenorizar con sigilo muros desgastados por el tiempo.

EQUILIBRIOS DE BARRO
En ambos ambientes de la Galería Azur se distribuye equilibradamente discretos trabajos que sin necesidad de apelar a la invención de temas, sencillamente recurren a un escenario que le es familiar, esa cercanía cotidiana que en algún momento le permitió comprender el vasto ejemplo de la cultura peruana para expresarse en una serie de pinturas que cuidadosamente ha sabido elegir entre el dificultoso rincón de esta gran ciudad de barro.

 Una expresión cristiana citada constantemente: Polvo eres y en polvo te convertirás; nos remite automáticamente al peso que soporta la tierra al enterrar toda material inútil, una sepultura donde la humanidad reposa prudente, estos espacios convertidos en cementerios históricos albergan bajo su cimientos una infinidad de encantos que ahora se transfiguran en extensos y soleados suelos. Barro, arena y polvo se adueñan de esos aposentos semejantes a catedrales degradados por el tiempo. Estas definiciones geográficas son el referente para Suarez y, en este contexto se desarrolla una pintura asignada de una realidad habilitada a su percepción.

Una cierta confabulación existe en cada fracción extendida por Héctor Suàrez, se acerca con una observación absoluta e inmoviliza con deleite fragmentos de adobe para enfundarlos en una gama privada de colores. Se deja llevar por ligeros aires que recorren cada parte de esta ciudad prehispánica y, se nutre de este callado barro que por siglos aún se presencia un tenue cantico profano de seres que habitaron muy cerca a nuestra ciudad.